Dejar decidir o acompañar a una decisión.
Decidir, escoger, elegir, optar... son palabras que tienen un gran peso en nuestro día a día. Y, a menudo, las utilizamos sin darle la relevancia que merecen.
El filtro que como adultos ponemos en los procesos de aprendizaje de los niños definirá cómo éstos comprenden el mundo que les rodea. En definitiva, somos modelos de conducta. Y los niños empiezan a entender el mundo a partir de nuestras acciones y reacciones frente a los distintos estímulos del día a día.
Aprender a tomar decisiones es un camino largo, complejo e increíble que hará del niño una persona más segura, autónoma y capaz. Pero hay que tener presente en qué momento evolutivo se encuentra cada niño o niña para asumir este aprendizaje de la forma más adecuada.
Hasta los 6 años no empezamos a estar preparados neurológicamente ni psicológicamente para tomar decisiones, ya que éste es un proceso que necesita de una red neuronal compleja que debe servir de soporte de un proceso neuropsicológico también muy complejo.
Con esto no pretendo decir que no podemos empezar a acompañar a nuestros niños, sino que hay decisiones por las que no están preparados a nivel físico ni psicológico.
Pero sí podemos acompañarlos con pequeñas decisiones, quizás más guiadas, para ir entendiendo lo que significa tomar una decisión y sus consecuencias.
Al mismo tiempo es importante recordar algunos puntos clave:
- Deben ser decisiones con opciones cerradas, a esta edad debemos facilitar al máximo el proceso de elección y decisión, y así fomentaremos seguridad en el niño.
- Deben ser decisiones que no impliquen ningún riesgo o que tengan que ver con la salud del niño (p. ej.: no puede decidir si quiere ir al médico o si se quiere duchar). Es importante no dejar decidir sobre hábitos y rutinas, ya que a esa edad las están conociendo y adquiriendo.
- Deben tener una premisa y un lenguaje claros. Las comparaciones, la ironía, los dobles sentidos,...no deberían estar en el enunciado de la decisión.
- Los adultos que acompañamos esta decisión debemos respetarla, aunque no sea la que nosotros hubiéramos elegido.
Para terminar siempre ayuda a visualizar mejor la teoría un ejemplo: como adultos decidimos que debe ponerse un jersey manga larga pero el niño puede decidir cuál, entre dos o tres opciones que le podemos facilitar. Otro ejemplo: como adultos decidimos que debe desayunar fruta pero el niño puede decidir qué fruta comer ese día.
Os quiero alentar en este camino maravilloso que es crecer juntos. Decidid formar parte de ello, será una buena decisión.
Helena Armans Pau.